"Primeras soledades', de Ángeles Mora (1952)
(...)
Lo quería entender.
Como quería saber quién era yo.
Cuántas veces le preguntaba al aire
por sus promesas, aquello que escondía
tan sutilmente como se deshoja la tarde
bajo su escalofrío.
Una ráfaga helada me recorre por dentro.
Desde la baranda, mirando el horizonte,
la vi apagarse, infieles,
extraños días que murieron sin mí
guardándose el enigma de un nombre y su destino.
Luego el tiempo -que todo lo cura o destruye-
me hizo fotografías de frente y de perfil
para representarme en sociedad, darme carácter.
Y como siempre nos mide a su capricho,
me regaló también estrellas risueñas,
nocturnos que ardieron felices, conmigo
llameando en otros ojos.
O crepúsculos tristes, como puertas arrancadas
de golpe, tiradas al mar sucio
del olvido.
Y así escribí mi historia, día a día,
sin paz en esta guerra, rojo y negro.
Aquellas primeras soledades, sin embargo,
nunca me desvelaron su secreto:
Hermosas y crueles,
prolongándose,
las puedo recortar todavía
en el viejo papel del corazón,
justo en la línea
donde prohíbo el paso a la nostalgia.
25 febrero 2010
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Qué preciosidad!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarProhibido el pasao a la nostalgia,me gusta,me gusta mucho,pero mucho menos que esa preciosa pintura de cuerpo de mujer.
ResponderEliminaroleeeeeee los cuerpos bien hechos,ni en pintura.
ResponderEliminarAunque tú no lo sepas,
ResponderEliminarme he acostado en tu espalda
y mi cama se queja,
fría cuando te marchas