Comencé el verano pasado en Florencia, allí compré todo tipo de papeles artesanales, entré en un taller donde me explicaron la técnica del papel pintado a mano y me impregné del color de los pigmentos y del cielo azul sobre la catedral de Santa Mª dei Fiori.
En Viena, en el barrio latino, a 10 grados bajo cero, comencé a mezclar la ilustración con la pintura, pensé en la textura del mar y me llevé un trozo de océano para mí.
De Berlín, hace ya más de cuatro años, rescaté un libro de peces que había comprado en la librería de la Gemalde Galerie y del sur, de un pequeño y perdido pueblo costero testigo de mi primer año de vida, me reencontré con mi gusto por lo pequeño e insignificante(a pesar de significarlo todo). Y, aunque no de allí, busqué otras piedras por las playas de La Azohía(hermoso lugar testigo de hermosos besos)
...y así, de aquí y de allá comencé a crear otro mundo...un mundo que se encuentra entre la realidad y la fantasía, en un punto perdido del océano donde me encuentro desde hace un tiempo (un delicioso e inigualable tiempo)