Este fin de semana ha sido la inauguración de la capilla en la que realicé el mural el año pasado. Aún recuerdo aquellos primeros bocetos, las primeras manchas y el primer contacto con una pared en blanco de más de once metros de largo por tres de alto. Finalizado el trabajo, y tratándose del lugar en el que se halla, sólo espero que mis dibujos traigan de la mano el consuelo, la esperanza o, mucho mejor, la magia y el sueño escondidos en trazos curvos y capas de color transparente.
Gracias a los amigos que me acompañaron, gracias a los que pensaron en mí desde la distancia y gracias a los que yo transporté hasta allí guardados en mi corazón.