

Cruzo el pasillo, subo las escaleras, tomo asiento. Ella me mira a lo lejos y me sonríe: "¡Qué guapa estás!"- me dice vocalizando sin que ni el más mínimo sonido salga de su boca. Le devuelvo el piropo lanzándole un disimulado beso en la distancia.
Él me hace un leve gesto de complicidad a través de una señal en su mirada, me observa de arriba a abajo buscando algo en mi indumentaria con lo que poder hacer una broma irónica y cariñosa.
Al otro lado la autoridad, el gritón de turno, el que todo lo sabe, la que se abanica muerta de calor, el que protesta, la que se estira el pelo, aquel que no levanta la cabeza de su ordenador, la despistada, el impaciente, el inoportuno, la generosa. Entre ellos el que siempre escucha, atento, alerta, paciente, despierto. Me mira de vez en cuando, sonriendo a la vez, observa lo que dibujo para dedicarme un: "Deja de hacer chorradas ( se refiere a mis dibujos), no estás en lo que tienes que estar"- me regaña con cariño. También con cariño e ironía le recuerdo que soy mujer y que estoy preparada y capacitada para hacer dos cosas a la vez,jeje. Se ríe, me saca la lengua en gesto de burla y continuamos con el siguiente de la lista. Junto a ti el que toma notas, la que va de vacío, el que cuenta los chismes, la que asiente aburrida, el trabajador incansable y los que esperan ansiosos el descanso para dar rienda suelta a sus vicios.
Y muy cerca, justo a mi lado, tú. Tú que me mantienes una distancia grandísima, un disimulo casi exagerado...trabajas, escuchas, con seriedad, con calma, con interés y vocación, porque crees, confías y sientes este trabajo como algo intrínseco a ti. Pero en un descuido giras el rostro a tu derecha y me miras, se acabó la distancia- "disimula ahora si puedes"- estás tan cerca como siempre.
(Sesiones de evaluación, (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia))